El payaso Maldito
Los circos van de ciudad en ciudad montando sus espectáculos pomposos y carnavalescos.. En ellos sin lugar a dudas no pueden faltar los payasos, esos seres tan extravagantes y peculiares, vestidos con colores brillantes, pelucas y su característica nariz roja...
Su cara blanca como el papel con esa sonrisa roja escarlata enorme, Impuesta por la pintura. Muchas personas le divierten, otras por el contrario odian estos personajes. Le tienen tal fobia que evitan por completo cualquier ambiente relacionado a ellos.
No es para menos muchas son las historias macabras que rondan alrededor de estos pintorescos seres. Una leyenda muy famosa en el Atlántico es la del payaso Circocus...
La historia relata que era un payaso un tanto especial, había nacido con labio leporino, y tenía los dientes muy deformados, su expresión era bastante grotesca incluso con el maquillaje que usaba para actuar... Iba ofreciendo funciones en un circo bastante gastado y nada prestigioso.
En una de esas funciones el hombre le llamó la atención una niña rubia que tenía problemas cognitivos, con engaños y jugarretas logro apartarla de sus padres y llevarla a su camerino.
Aprovechándose de la discapacidad de la menor abuso de ella, y para no levantar sospechas la asesino. Cuando el escenario quedó solo, Circocus enterró a la niña debajo del mástil de la gran carpa.
Arrepentido por sus actos, y viéndose acorralado por las sospechas de los demás integrantes del circo, el payaso puso fin a su vida colgándose en el mismo lugar donde enterró a la pequeña.
Apariciones de Circocus
La gran carpa fue heredada por otros circos, los cuales llevaron la maldición de este payaso consigo. Muchas son las anécdotas de empleados, vendedores de comida y espectadores que en el circo y sus alrededores tuvieron que vérselas cara a cara con este ser.
Luego de su muerte el espíritu aparecía recreando tétricas escenas de malabares, su cuerpo esbelto y alargado se encontraba encorvado y mostraba largas uñas mientras hacía piruetas... sus ojos se habían vuelto rojos como el mismo infierno, y sus dientes deformes seguían torcidos pero se habían vuelto afilados...
El espectro normalmente trataba de llamar la atención de los niños que asistían a su función, niños que desaparecían sin dejar rastro, tal vez para sufrir el mismo destino de su primera víctima.
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